miércoles, 19 de octubre de 2011

sábado, 25 de abril de 2009

Krautrock.



 FAUST Faust (71) Aseguraba Julian Cope en su Krautrocksampler (la Biblia escrita del género) que Faust fue el grupo más mítico del rock alemán de los setenta. Y, por extensión, su primer disco sería el trabajo mítico del grupo más mítico. Exageramos un poco. Faust es un disco valiente como pocos e irreverente como ninguno. Sus tres anárquicas y largas canciones son un producto tan tardío como honesto de las utópicas ilusiones del mayo del 68 y las quimeras hipies. Una obra de arte que admite ser cualquier cosa menos arte. Ruidos, golpes, sonidos sin orden ni concierto, tonadillas bobas, voces que entran sin pedir permiso y se van sin despedirse. Faust es una verdadera apología de la libertad. Como lo fue en su momento Ornette Coleman para el jazz o John Cage para la música en general. Porque, además, no debemos olvidar que este grupo, que se aisló en una comuna durante varios meses para provocar este ambiente de libertad total, cuenta con una cualidad que les aleja definitivamente de la música dominante en la primera mitad de los setenta: el sentido del humor. KRAFTWERK Autobahn (74) Después de tres discos dubitativos, fue en el cuarto donde la pareja formada por Florian Schneider y Ralf Hütter abandonó por fin los tubos de ensayo, una vez conseguida esa fórmula milagrosa que, mejorada y aumentada en los discos posteriores, serviría para fabricar el techno-pop. Can afirmaban orgullosos que sus complejas estructuras rítmicas se acoplaban a la cadencia respiratoria de quienes las experimentaban. Desde el principio, Kraftwerk vivieron con la idea de simular con sus ritmos diversos sistemas mecánicos. Su primer disco, Ruckzuck recordaba el mecanismo de un motor en trazos gruesos. Poco a poco fueron depurando el dibujo y ya en Autobahn nos encontramos con el sueño de Schneider hecho realidad: imaginar el sonido de las autopistas alemanas desde un prisma pop, nada mecánico. Aunque aún no se habían desprendido de cierto aire cósmico y ambiental (con insufrible flauta en plan protagonista) que caracteriza gran parte del krautrock, a tres años de su debut, Kraftwerk acababan de dar con uno de los grandes descubrimientos en la música popular de los últimos cuarenta años: el alma de las máquinas. CLUSTER Zuckerzeit (74) Si hay algo a lo que no escapa prácticamente ninguna banda alemana de los setenta es a su individualismo. La escena krautrock se consolida al desarrollarse una conciencia artística que poco tenía que ver con las fluctuaciones del mercado de ocio. Cada grupo trabajaba sin mirar siquiera de reojo a su vecino. Algunos lo hacían casi en condiciones de aislamiento extremo. Es el caso de Cluster, Dieter Moebius y Hans-Joachim Roedelius. Artistas concienciados, su campo de batalla fue el rock cósmico (derivaciones ambientales provocadas por un uso abusivo de los sintetizadores) y su principal arma, la manipulación tecnológica. Después de dos discos que deambulaban entre el pastiche ruido-ambiental y la simple curiosidad, creo que con Zuckerzeit llegaron a asombrarse incluso a ellos mismos. El pop entró en su discurso y se transformó en tantas texturas, se deformó tan imprevisiblemente, que aún hoy es un inmejorable libro de apuntes para quien quiera jugar a innovar en el siglo XXI. Los también alemanes Mouse On Mars ya lo hicieron la pasada década y su techno colorista y amorfo se cubrió de reconocimientos. NEU! Neu! 75 (75) Aunque se les recuerda más por su debut y su hit “Hallogallo” (incluso en España fue un éxito en el verano del 72), prefiero recoger su tercer (y último) disco por dos razones. Porque no es peor que Neu! (72) y porque le abre el camino a otra formación digna de figurar, ya casi por los pelos, en este dossier: La Düsseldorf. Neu! surgió de la escisión de Kraftwerk y de la unión artística de dos personajes completamente opuestos: Michael Rother y Klaus Dinger. Se les recordará por haber inventado el “motorik”, ese entramado rítmico que tiene su mejor boceto en Ruckzuck (Kraftwerk), que en este disco aparece fielmente representado por “Isi” y que luego usarían Can en su canción “Moonshake”. En los noventa, Stereolab copió con buen gusto este ritmo metronómico y supo fabricarse toda una carrera. Algunas voces aventuradas afirman que la cara B del disco se anticipó al punk. Lo cierto es que Klaus Dinger había sabido vencer los clichés del género y estaba dando rienda suelta a toda su expresividad y extravagancia sin importarle las formas. Probablemente, después de este disco dejó de tener sentido seguir hablando del krautrock. CAN Monster Movie (69) Posiblemente no sea éste el disco que mejor desempeñe el papel de portavoz del krautrock. Posiblemente ni siquiera sea el mejor disco de Can, pero estas cuatro canciones rompieron en su día tantos dogmas de fe que ensancharon los límites del rock hasta territorios que ni la imaginación había transitado. Can era la suma de cinco talentos. De cinco culturas. De cinco maneras muy distintas de entender la música. Irmin Schmidt conocía las pautas de la música clásica. Jaki Liebezeit no tenía miedo a dejarse llevar por la improvisación del jazz. Holger Czukay siempre estaba abierto a conocer nuevos ritmos orientales. Michael Karoli soñaba ser un día Jimi Hendrix. Y el afroamericano Malcolm Mooney bastante tenía con vivir al lado de su desatado cerebro. Pongan a los cinco a exhibir sus facultades bajo una estricta disciplina de grupo y tendrán lo que fue Can. La espontaneidad y las matemáticas nunca se habían puesto tan de acuerdo. El grupo alcanzó pronto su cima creativa con Tago Mago (71), y hasta 1975 sus discos no bajaron del notable alto. Con Future Days (73) uno puede cerrar los ojos y experimentar sensaciones cercanas al techno más minimal. Virgin acaba de reeditar los clásicos de Can y Everlasting los de Neu!

lunes, 20 de abril de 2009

Jon hassell

Si te gusta experimentar, escuchar sonidos diferentes, unir lo tribal y lo sofisticado, estos sonidos  mágicos que te transportan donde te dejés llevar con tu imaginación.


viernes, 3 de abril de 2009

Impactos.

Graeme revell, es el crador de esta banda australiana, nacida en Sidney en 1978. A comienzos de los 80 entra en la banda la cantante japonesa Sinan y la banda tomá una orientación más electronica.
Graeme revell, se convirtió en un prestigioso compositor de bandas sonoras, 
S.P.K. fue formado  cuando el percusionista "Operator" encontró a NE/H/IL (Neil Hill) esquizofrénico en un hospital mental, el primero era enfermero y el segundo un paciente en aquel hospital (Australia). En el primer álbum NE/H/IL se ocupaba generalmente de la música y Operator de las letras.

La Decadencia, la estupidez y la sin razón del ser humano.







jueves, 2 de abril de 2009